Fuera de la ruta turística tradicional de Argentina, (léase Buenos Aires, Cataratas de Iguazú, Ushuaia, Glaciar Perito Moreno, Bariloche, Ruta de los 7 Lagos y Salta/Jujuy), uno puede encontrar lugares que merecen ser visitados sin lugar a dudas.
Es el caso de estas 3 maravillas en la provincia de San Juan y La Rioja. El Parque Ischigualasto, más conocido como Valle de la Luna, el Parque Nacional Talampaya y Barreal, un pueblito junto a la Cordillera de los Andes que fue la gran sorpresa.
Parque Ischigualasto – Valle de la Luna
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 2000, es el único lugar del mundo donde puede verse totalmente al descubierto y perfectamente diferenciado todo el periodo Triásico en forma completa y ordenada.
Aquí se han encontrado fósiles de entre 200 y 250 millones de años. Los más antiguos hallados en el mundo. ¡Casi nada!
Para empezar el día, y después de visitar el museo, realicé una excursión en bicicleta que me llevó por lugares que parecían de otro planeta.
El que más me gustó fue el Valle Pintado. No se por qué no lo explotan más. ¡Mira qué combinación de colores!
La ruta en bici trascurre entre paisajes diversos y uno se puede encontrar con animales como zorros, guanacos o burros, además de cactus de este tamaño. ¿Soy yo, o este quiere pelea? :)
El circuito tradicional se hace en vehículo propio, pero en salidas grupales.
Yo, como llegué haciendo autostop desde Valle Fértil, una pareja me dejó ir con ellos amablemente.
En una de las paradas se ve el icono por excelencia del parque. El famoso Hongo, una formación rocosa muy peculiar.
Además, el Submarino, que ya no lo parece tanto porque recientemente se cayó una de las 2 grandes rocas, la Cancha de Bolas, la Esfinge y el Valle de la Luna que da nombre comercial al parque, pero en realidad es solo una parte del mismo.
El circuito termina en lo que para mi fue la mejor parte de todas. Un recorrido junto a cañones y paredes verticales de tono rojizo realmente impresionantes.
Más información en la web oficial del Parque Ischigualasto.
Parque Nacional Talampaya
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco también, ya que es un honor compartido con Ischigualasto. A ambos les separan pocos kilómetros.
El eje principal y gran atractivo es el Cañón de Talampaya.
Cañones de 150m de altura perfectamente verticales es lo que uno se puede encontrar si visita esta maravilla de la naturaleza. Son de un color rojo intenso que hipnotiza.
Al final del circuito nos encontramos con rocas que se elevan creando formas imposibles.
Es el caso de la Torre, el Tótem o el Monje.
Si esto te parece poco, también tienes grabados rupestres de pueblos originarios llamados Petroglifos.
El camino se puede realizar en bus o un camión descapotable, aunque una vez allí me enteré de que se puede hacer caminando igualmente.
Para llegar también lo hice a dedo desde Valle Fértil. Durillo por el frío a primera hora de la mañana pero recompensa :)
Más información en la web de Talampaya y la de Parques Nacionales
Barreal
La gran sorpresa de la zona. Y todo gracias a Marcelo, un hombre que contactó conmigo por Instagram y Facebook por si pasaba por San Juan y finalmente me alojó en su casa 15 días. Él tiene la culpa de que Barreal tenga tantas fotos en las que salgo yo. ¡Algo no habitual!
Un fin de semana fuimos a Barreal, un pueblo perdido de camino a la Cordillera de los Andes perfecto para desconectar y huir de cualquier tipo de contaminación.
El camino para llegar al mismo es una maravilla. Carreteras interminables y paisajes espectaculares, como el Alcázar o estas montañas de colores.
Ya allí, Marcelo me llevó a descubrir los alrededores. Lo más destacado es la Pampa del Leoncito.
Se nota que lo pasamos bien intentando jugar con las distancias :) ¡Al final le he pillado el gusto al mate eh!
Me quedé con las ganas de hacer carrovelismo, un deporte que se realiza allí, pero sin viento fue imposible. En otra ocasión será.
Otro día fuimos a una zona más que interesante, perdida entre el desierto y las montañas, para intentar volar con mi escoba. ¡Y lo conseguí! :)
Curiosa esta calle repleta de árboles tallados.
Estoy tan integrado en las costumbres locales que hasta me animé a hacer un asado. Y parece ser que el resultado fue sorprendente. ¡De lo bueno que me quedó eh! Riquísima la Punta de Espalda.
Como he comentado antes, tanto a Ischigualasto como Talampaya llegué desde Valle Fértil, un pueblo sanjuanino donde me coincidió la Fiesta del Chivo. Y yo, ahí donde haya comida, soy feliz.
¡Incluso me hizo una entrevista la TV local!
No me cansaré de dar las gracias a Marcelo por el trato recibido todos estos días. Un desconocido hasta el día que llegué a San Juan (ni sabía cómo era) y que se ha convertido en un amigo. ¡Olé!
¿Dónde dormir en San Juan?
Yo tuve la suerte de conocer a Marcelo, pero podrás encontrar alojamientos desde este enlace para todos los bolsillos.
A San Juan llegué desde Santiago, cruzando una de las fronteras más bonitas que nunca vi, y mi siguiente destino me esperaba tras 17 horas en bus. ¡Diecisiete! «Ahí al lado» como dirían algunos. Salta y Jujuy. ¡Una zona que se ha convertido en una de mis favoritas del país!
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