Cómo cruzar la interminable frontera norte Laos – Vietnam. Desde Luang Prabang a Sapa.

Ya con el visado de Vietnam en mi pasaporte decidí tomar la vía que casi nadie toma para cruzar la frontera desde Luang Prabang, una ciudad con un encanto especial, a Sapa. Por libre y tomando buses locales.
Dormí en ciudades donde los turistas los podía contar con los dedos de mi mano y me sobraban cuatro dedos.

Un viaje interminable, con momentos donde tragué polvo durante horas, donde prefería no mirar por la ventana y no darme cuenta de los precipicios que cruzábamos o donde la fiebre me visitó en el peor momento. Eso sí, ¡los paisajes increíbles de camino compensan todo lo anterior!

Mi idea era tomar un bus directamente a Dien Bien Phu, ciudad vietnamita pasada la frontera, pero como nadie toma esa ruta han decidido cancelarla. Me parecía absurdo irme hasta Hanoi pagando un pastón para luego tener que subir al norte de nuevo, así que tomé una decisión alternativa, que fue intentar llegar por libre, y tomando buses locales, a la frontera por el norte. ¡Por mis narices!

Me presenté en la estación de buses de Luang Prabang y compré un billete a un pueblo llamado Oudomxay, donde el único turista de todo el bus era yo, y desde ahí sí que podría directamente cruzar la frontera para luego llegar a Sapa. El bus, con el equipaje en el techo como de costumbre, moderno lo que se dice moderno, no era… Y cómodo, lo que se dice cómodo, tampoco…

La mitad del trayecto de 8 horas me lo pasé comiendo polvo, ya que las carreteras por esa zona están a medio asfaltar y la ventilación del bus no era para tirar cohetes. Llegué naranja a Oudomxay.

Hice noche en Oudomxay (Vilavong GH – 60000 kips) ciudad que no tiene ningún interés turístico, cosa que agradecí enormemente. Hay un parque con una estatua, una fuente iluminada y poco más. Como siempre, visita obligada al Night Market, donde pude comer Pad Thai y arroz frito por 5000 kips cada uno. A parte del mercado, la ciudad, aunque no sea turística, barata no es.

Está muy cerquita de la frontera también con China, con lo que muchos carteles están en ambos idiomas, chino y laosiano.

Son muy típicas las mujeres que se sientan en medio de la calle con su mesita y venden una especie de lotería. ¡Las hay por todos lados!

Madrugón de nuevo y a comprar un billete de bus que me llevase a Dien Bien Phu. De nuevo, el único turista era yo, lo demás laosianos. Me senté al lado de un niño que tenía cara de película de dibujos animados. Esta vez 10 horas de aventura. Todo iba de perlas hasta que paramos y se subieron 15 personas más y habia sitio para 3 de ellos. Más infinidad de bártulos. Lo que estaba siendo un plácido viaje se convirtió en la tónica general de este país.

La carretera estaba en mejor estado, pero los precipicios eran mayores y en bus igual de moderno.
Lo impagable eran las vistas desde el bus. Rodeados de montañas y acompañando el río la mayoría del camino y pueblecitos escondidos. Hay que tener en cuenta que las fotos están tomadas desde dentro del bus con este en marcha… ¡Poco más podía hacer!

Llegaba el momento de cruzar la aduana. La primera en la frente. Pagar 10000 kips en negro a los de inmigración a la salida de Laos. Pura y simple corrupción, que además no te puedes negar o no te devuelven el pasaporte.

Eso si la frontera para entrar a Vietnam es, con diferencia, la mejor por la que he pasado. Un oficial recoge todos los pasaportes de los turistas y nos dice textualmente «Esperad aquí que os tengo que decir unas cosas a todos'». Yo ya me imaginaba lo peor. Pagar dinero en negro o algo de ese tipo, como de costumbre. Pues por sorpresa, el oficial más majo de todo Vietnam nos dio la bienvenida al país, ofreció consejos para ir a Sapa o Hanoi, horarios y precios de buses, incluso cambiar los kips que tuviéramos sobrantes de Laos, a un tipo de cambio mejor que el oficial. Así que si te acuerdas, no cambies con el conductor antes, como hicimos la mayoría :)

Por fin llegamos a Dien Bien Phu que no me dio tiempo a mucho pero no parece que tenga gran cosa. Bueno sí, me dio tiempo a ver una cómica peluquería en plena calle, una silla y para qué más. Los 6 turistas que estábamos compramos un ticket de bus a Sapa para media hora después. Otras 10 horas de sleeping bus. En total me iba a meter para el cuerpo 20 horas de bus. ¡Qué divertido! Irónicamente hablando, por supuesto. De perdidos al río.

Precisamente esas 10 horas más las siguientes 6 pueden estar perfectamente entre las peores desde que empezó mi viaje. Venía tocado ya, pero me subió la fiebre una barbaridad y no conseguí dormir nada en todo el camino, con temblores fríos y todo. También ayudó lo «cómodo» que era el asiento-cama.

Llegamos a Sapa a las 4 am y parecía una ciudad fantasma. Completamente cubierta por la niebla y absolutamente nadie por la calle. Normal. ¿Qué loco iba a andar a esas horas en medio de semejante panorama? Intentamos sin éxito buscar alojamiento. Todo cerrado. Decidimos esperar a que amaneciera para seguir buscando y en la que nos movemos, yo me resbalo al bajar las escaleras con el suelo mojado -mierda de chanclas- y la leche que me meto en la rabadilla es de campeonato. Medio agonizando del cansancio, el frío, el dolor… resulta que TODO en Sapa esta completo esa noche así que tenemos que esperar hasta las 10 mínimo a que nos den una habitación. ¡No podría descifrar con palabras lo que sentí en el momento que pude tumbarme en una cama!

Como puedes ver, conseguí mi objetivo de cruzar la frontera por donde yo quería, encima infinitamente más barato que si me hubiera ido a Hanoi y de ahí subir a Sapa, para después volver a bajar. Toda una experiencia, que si estás pensando el hacerlo tu también, solo te voy a dar un consejo. ¡Paciencia! Pero bueno, seguro que eso ya lo sabes y no hace falta que te lo diga yo ;)

Pasé varios días en Sapa, recobrando fuerzas y, cuando el tiempo lo permitía, disfrutando de los maravillosos paisajes montañosos y arrozales de esta zona del país. ¡Mi aventura por Vietnam comenzaba!

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