Komodo: Paraíso entre dragones, paisajes de película y buceo con mantas raya

Sin lugar a dudas, el Parque Nacional de Komodo en Indonesia ha sido una de las experiencias más alucinantes que he podido disfrutar en más de un año viajando por el Sudeste Asiático. Tener a escasos metros al famoso Dragón de Komodo, navegar entre sus islas paradisíacas, bucear con mantas raya de tamaño descomunal o contemplar amaneceres y atardeceres en unos paisajes que parecen irreales, como sacados de una película. Todo ello -y mucho más- en un tour de 4 días en barco. ¡Si incluso dormí en una isla desierta!
¿Quería aventura? ¡Pues toma aventura!

Agradezco enormemente a la agencia que hizo que este sueño en forma de aventura se hiciera realidad. Y cuando termines de ver este post tu también querrás vivirlo ;)

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Lo primero que hay que hacer es llegar a Labuan Bajo en Flores, base principal y desde donde salen todos los tours. En este enlace te cuento cómo llegar desde Bali o Lombok de la forma más barata. En mi caso usé el ferry «público». La vuelta la haría en bus + ferry. ¡Un viaje interminable!

El pueblo no tiene mucho de interés pero hay bastante alojamiento para diversos presupuestos por la zona del puerto. Yo me alojé en Manta Manta y perfecto. Encima me acompañó un atardecer de lujo desde la habitación.

Como verás al final del post, las puestas de sol en Komodo son de las más impresionantes que he visto nunca.

Como ya he comentado al principio, 4 días que rozaron la perfección. Pero vayamos por partes.

Dragón de Komodo

Posiblemente lo primero que a uno le viene a la cabeza si piensa en Komodo es su famoso Dragón. Es oficialmente el lagarto más grande del mundo, llegando a medir hasta 3 metros, y habita exclusivamente en las islas de este Parque Nacional. Se cree que aparecieron hace 40 millones de años, año arriba año abajo :)

En la actualidad se encuentra en peligro de extinción, habiendo solamente unos 4.000 ejemplares en el mundo. Si piensas que es un animal peligroso estás en lo cierto, además de increíblemente rápido. Son capaces de comerse un búfalo enterito. Eso sí, luego se pasan un mes sin probar bocado. En las islas íbamos acompañados de un Ranger que nos iba diciendo cómo actuar y dónde ponernos. Sinceramente, no esperaba estar tan cerca de ellos.

Aunque no se me reconozca, el que sale detrás del dragón soy yo y, obviamente, en la otra foto no le estoy tocando, es un efecto óptico. ¡No estoy tan loco! Un par de metros habría, que pensándolo fríamente no es nada. Ya solo ver cómo saca la lengua ‘da miedito’.

Paisajes e islas paradisíacas

Algo que me dejó con la boca abierta son los paisajes y las vistas que hay desde las diferentes islas.
Una mañana subimos a lo alto de la isla Gili Lawa Darat para ver el amanecer. Mi foto de portada es de ese momento. ¡Como para enmarcarla y colgarla en la pared! 360º de panorámica totalmente virgen. Nunca olvidaré las vistas desde allí arriba y la sensación de libertad. Maravilloso.

En momentos así es cuando reafirmo que tomé la decisión más acertada de toda mi vida, al dejarlo todo para vivir estas y otras experiencias, como si de un sueño se tratase.

Madrugar para encontrarte con esto es igualito a madrugar para ir a la oficina, ¿verdad?

Agua absolutamente cristalina, con una visibilidad de varios metros de profundidad desde la superficie y un contraste de colores difícil de asimilar. Paramos en varias islas desiertas en medio de la nada que invitaban a decir: ‘Aquí me quedo para siempre, ¿dónde voy a estar mejor?‘

Quizás con estas fotografías puedas imaginar a qué me refiero.

Buceo con mantas raya, tiburones y tortugas

Otro plato fuerte que te puedes encontrar en Komodo son mantas raya de un tamaño considerable. Incluso desde la superficie se pueden ver aunque, obviamente, no es igual que si se bucea. En mi caso vi varias de unos 3 metros. Era uno de mis objetivos principales ya que nunca antes había tenido ante mis ojos algo así y conseguí disfrutar de ellas. ¡La verdad que impresionan!

A parte de mantas raya pude ver tiburones, tortugas, peces de todos los tamaños y colores… ¡de todo! Con razón es uno se los mejores lugares del mundo para bucear.

Como regalo inesperado nos sorprendieron varios delfines dando brincos y jugueteando alrededor del barco. Qué animal tan especial :)
Fue casi imposible captar una buena foto de ellos pero aquí están.

Dormir en una isla desierta, trekkings y murciélagos gigantes

De las 3 noches, 2 dormí en el barco y la otra en una isla desierta en tiendas de campaña. Hicimos una hoguera, cenamos y charlamos bajo el cielo estrellado. ¡Perdí la cuenta del número de estrellas fugaces que pude ver!

Como curiosidad, la arena de algunas de las playas del Parque Nacional de Komodo son de color rosa. Sí, como lo oyes, una playa rosa o ‘pink beach’ como es conocida allí. Es debido a la mezcla de arena blanca con arena roja. ¿Arena roja? Protistas (ni hongos, ni animales, ni plantas) de color rojo llamados foraminíferos son los causantes de este fenómeno casi único en el mundo. Estos de la fotografía.

El barco era la leche. Las habitaciones más que cómodas, yo tenía una para mi solo, y el staff unos cachondos. Junto a ellos y los 2 alemanes que contrataron el tour pasamos unos días inolvidables. ¡Hasta la comida estaba muy buena!

Realizamos varios trekkings tanto en la isla de Komodo como de Rinca. Reconozco que el de Komodo se me hizo muy pesado. 4 horas bajo un calor asfixiante y una humedad infernal no ayudaban en absoluto. Eso sí, las vistas merecen la pena el esfuerzo.

Aunque no es fácil, pudimos ver gran cantidad de animales salvajes. A parte de los ya mencionados dragones, otros como ciervos e infinidad de pájaros de lo más variopintos.

El de la isla de Rinca fue más ligero y pudimos ir a una cueva con innumerables murciélagos.

Pero lo mejor de Rinca fue pasar el rato con la gente local que vive en el pueblo, jugando con los chavales al fútbol en el colegio o recibiendo la visita de otros en el barco. ¡Cómo les gusta posar ante la cámara!

Por unas horas volvimos a la realidad de cómo es la vida en Indonesia. Tanto niños como mayores caminaban y jugaban, descalzos, con una sonrisa permanente en la cara, entremezclados con animales de todo tipo como este gallo paseando por la orilla de la playa o estos cabra y gato compartiendo gustos culinarios :)

Para despedir estos 4 días alucinantes tuvimos la oportunidad de ver migrar desde la isla de Kalong, coincidiendo con el momento en que el sol se esconde tras el horizonte, a miles de murciélagos gigantes, conocidos como zorros voladores o ‘flying foxes’. Y cuando digo gigantes no es una forma de hablar ya que pueden llegar a medir 1,80 metros. ¡Posiblemente más grandes que tú!. Luego volverían al mismo punto antes del amanecer. Mágico.
¡Fue el final perfecto!

Al día siguiente me esperaría un viaje interminable combinando ferrys y buses para llegar hasta las Gili Islands. ¡30 horas! Me merecía un buen descanso y pasé 9 noches en estas encantadoras islas de Lombok. 4 en Gili Trawangan y 5 en Gili Air.

Además tenía que preparar mil cosas porque tras Gili tomaría un avión desde Bali a un mundo nuevo… ¡AUSTRALIA!

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