Después de 8 interminables horas en el autobús del infierno desde la maravillosa Bagan donde el asiento se me clavaba en las costillas, aunque amenizado con una mezcla extraña de éxitos locales e internacionales y unas vistas envidiables, llego a Kalaw, medio enfermo encima, y dispuesto a hacer el trekking de 3 días al enorme Lago Inle, atravesando paisajes preciosos y viendo cómo viven los lugareños de esa zona del país.
Me alojé, con diferencia, en el hotel más barato de todo Myanmar, el Golden Lily, donde compartí una habitación triple por 10$ con Gina y Dennis, 2 alemanes que conocí en Bagan. Allí mismo contraté el trekking de 3 días que nos iba a llevar al Lago Inle.
La mayoría de los habitantes vive del campo, y se nota que todavía no utilizan los adelantos que pueda tener un país más desarrollado. Por ejemplo, siguen utilizando animales de carga o realizando las cosas a mano. Abundan las plantaciones de chili, que dibujaban de rojo intenso los campos. Lo bonito que es y lo que odio el maldito chili…
Eramos un grupo de 7, Gina (Ale), Dennis (Ale), Julietta (Fra), Eric (Fra), Dennis (Hol), Peter (Pol) y yo, junto con nuestro guía local Krishna, un crack y con perfecto inglés. Compartimos 3 días muy especiales y congeniamos desde el primer momento. ¡Tuvimos suerte!
Lo malo es que empecé el trekking ya enfermo y no estuve al 100% de energía, pero aun así lo disfruté como pude y saqué fuerzas de donde no las había. Una noche dormimos en una casa local en un pueblo de camino y la otra noche en un monasterio. Teníamos las 3 comidas al día incluidas, y bastante abundantes además..Lo que no me esperaba era el maldito frío que hacía por las noches allí. ¡Que mal lo pasé!
Uno de los días amaneció con una niebla que no se veía prácticamente nada. Daban ganas de lanzarse al vacío y flotar y empezar a saltar entre las nubes. Daba un aire un tanto tétrico al paisaje…
Y por fin, después de 60 km y 3 días recorridos, el Lago Inle nos da la bienvenida, previo pago de 10$. Le dijimos al chico del bote que hiciera un recorrido por las zonas más importantes del lago y sus canales antes de llevarnos a nuestro hotel, y nos acercó a los jardines flotantes, a una casa donde hacen tabaco o a ver a las pobres «mujeres jirafa» de cuello largo, que algunos estábamos en contra de ir pero otros querían verlas.
Pero cuando te das cuenta de su grandeza es al salir de los canales y recorrer la extensión del lago, donde, además, pudimos ver a los pescadores usando esa técnica tan particular de pescar con la pierna en lo alto.
Nos quedamos 2 días en Nyaungshwe, un pueblo junto al lago donde aprovechamos para alquilar una bici y recorrer los alrededores del mismo y volverlo a cruzar, y después del esfuerzo del trekking, y todavía sin recuperarme, merecía el masaje Birmano que me dí el último día antes de coger el bus de 14 horas que me llevaría a Hsipaw, un pueblecito precioso más al norte donde, si no había tenido suficiente, pretendía hacer otro trekking, esta vez más suave, y pasar en tren por Goteik, el puente ferroviario más largo del mundo en su momento, hasta llegar a Pyin Oo Lwin.
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