Hsipaw, Pyin Oo Lwin y el viaducto Goteik. La parte menos turística y más auténtica de Myanmar.

Ni más ni menos que 14 horas de bus me separaban desde el Lago Inle hasta llegar a Hsipaw, un pueblecito con mucho encanto, especialmente sus alrededores. Desde ahí tomé el tren que pasa por Goteik, el puente ferroviario más largo del mundo en su momento y uno de los más altos actualmente, y que me llevaría a Pyin Oo Lwin, una ciudad donde los turistas se podían contar con los dedos de una mano.

Después de los 3 días de trekking que me acababa de pegar, y enfermo como he venido contando, el primer día me apetecía un plan más relajado pero finalmente me alquilé una bici y recorrí los lugares más importantes y una cascada altísima en los alrededores, encontrándome con amigos como el de la foto que me mira fijamente.

Visité el Shan Palace, donde la dueña cuenta la historia de su familia, antiguos principes Shan de la zona. Súper interesante. Me acerqué a lo que llaman «old bagan» (ni comparación con el Bagan real), a ver el Bamboo Buddha y a tomarme algo en Mrs. Popcorn Garden, una especie de restaurante que ha montado una mujer en su casa perfecto para desconectar un rato.

Mis días en Hsipaw terminaban y era momento de subirse al tren. Tenia la posibilidad de ir en primera clase pero quería vivir un ambiente más auténtico y opté por la clase ordinaria. No me arrepiento. Todo un desafío estar cerca de la ventana ya que van abiertas y nunca sabes cuando aparecerá una hoja, fruto o rama de un árbol amenazante. El vaivén continuode los vagones hacía que me sintiera en una atracción de feria. Era exagerado, a veces parecía que el vagón delantero salía disparado.

Sin duda el momento más esperado es el paso por el viaducto Goteik, a 102 metros de altura en su punto más alto. ¡Como le dé al tren por descarrilar, la leche es fina! La verdad es que impresiona y las vistas son impactantes desde ahí arriba.

Lo más visitado, sin duda, son los Jardines Botánicos Nacionales Kandawgyi. No tenía pensado entrar ya que había que pagar, pero debía ser súper interesante lo que veían en sus smartphones los 2 de seguridad y las 4 de las taquillas, porque le hicieron más caso a ellos que a mi y me hice el loco y entré gratis. Para desconectar unas horas están muy bien. Aire puro entre tanta polución se agradece.