4000 islas: ¿Quién dijo que Laos no tuviera playa? Relax y desconexión total

Por fin con mi nuevo pasaporte bajo el brazo y sintiéndome ciudadano legal otra vez, continuo mi aventura adentrándome en un país poco conocido como es Laos. Primer destino Si Phan Don, traducido literalmente las 4000 islas, lo más al sur del país, frontera con Camboya, perfecto para relajarse en la hamaca del bungalow enfrente del Mekong y recorrer las islas alquilando una bici. ¿Quién dijo que Laos no tuviera playa?

Tras unos días en Bangkok esperando mi nuevo pasaporte y yendo al hospital a limpiar las heridas de mi accidente en moto en Koh Kood días antes, me esperaban 24 horas de viaje, literalmente, tomando todo tipo de transportes. Tren nocturno + bus + cruzar la frontera + bus + tuk tuk + songthaew + bote. Mi idea era hacer noche en Pakse pero dije, ¡de perdidos al río!, y tiré directo hasta las 4000 islas.

La frontera por cierto muy rápido todo, y conseguí no pagar ese dinero extra que te piden los oficiales, de forma corrupta claro. Otros turistas si vi que pagaron. Curioso el que haya un listado con los importes que tiene que pagar cada país para tramitar la visa. Los pobres canadienses se llevan el premio gordo.

A parte de un precioso atardecer,lo primero que nos da la bienvenida, y me acompañaría durante toda mi estancia en el sur de Laos, es una humedad y un calor asfixiantes, rozando los 40 grados. Había momentos que se hacía insoportable. ¡Imagínate lo gracioso que es buscar alojamiento en esas condiciones con la mochila a cuestas!

Como buen mochilero, después de una dura búsqueda llegó la recompensa. Me alojé en un bungalow en primera linea al Mekong, inmejorables vistas y hamaca. 40000 kips (4€) la noche. Sin wifi pero se lo robaba al restaurante de al lado. ¿Qué más podía pedir?

Es curioso que para solo 100 euros del cajero tienes que sacar 1 millón de kips. ¡1 millón en la mano no se tiene todos los días!

De las islas principales, yo me alojé en Don Det, la más económica y de perfil mochilero. Lo mejor, sin duda, es alquilar una bici y recorrerla de arriba abajo. Las vistas a su vecina mayor Don Khon desde los bares y restaurantes o el atardecer desde el otro lado de la isla son para no perdérselos.

Cruzando el puente llegas a Don Khon, la mayor de todas y la más interesante de visitar. De primeras te hacen pagar por entrar en la isla. Ya empezamos… ¡Como les gusta cobrar por todo! Bueno yo me las ingenié para soltarte al tío que iba a buscar alojamiento, aún así no coló, pero seguí con la bici como si nada y finalmente no pagué.

La parte que más me gustó a mi fue lo que llaman Sand Beach, de donde salen los botes para ver los delfines. Había varias personas bañándose en esa playa. Pura naturaleza y vistas panorámicas fantásticas.

En la otra parte de la isla hay unos rápidos en el río bonitos de ver en unas cascadas, Khone Pa Soi, cruzando un puente colgante. Puedes bañarte, como estos jóvenes monjes con los que coincidí en lo alto de la catarata. Como ves, los monjes también se hacen selfies :)

Recorriendo la isla puedes encontrarte un templo, cultivos de arroz, animales de todo tipo, variopintos medios de transporte y, sobre todo, ¡muchos niños y niñas por todas partes! Me impresionó la cantidad de colegios que hay por ahí. Eso sí, muy básicos y sin mucha infraestructura.

No me quedó claro si fue colonia francesa o lo sigue siendo. Lo digo por la cantidad de turistas franceses que hay. ¡Son una plaga!

Como curiosidad, la primera linea de ferrocarril de Laos en su historia se construyó para unir Don Det y Don Khon. Actualmente no queda nada pero están muy orgullosos de ello.

Además, es uno de los pocos países que quedan oficialmente comunistas, con lo que la bandera de la hoz y el martillo está presente en muchos lugares, incluidos los pertenecientes al estado.

Tras este paso corto pero intenso por las 4000 islas me dirijo a Pakse para visitar las ruinas de Wat Phou en Champasak y recorrer varios días en moto el Boulaven Plateau, una zona fantástica de Laos atravesando pueblecitos perdidos con impresionantes cascadas y vistas, perfecto para disfrutar de unos días ‘on the road’.

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