El Nido, paraíso imprescindible en Filipinas y el Río Subterráneo de Puerto Princesa

Filipinas es uno de los principales países emergentes en el mundo, y El Nido es el ejemplo perfecto de ello. Un paraíso rodeado de un montón de islas, una bahía que me recordó a la maravilla de Halong Bay en Vietnam, atardeceres de otra galaxia y con un buceo notable, es destino imprescindible en el país. ¡Está cambiando tan rápidamente que cuanto antes se visite mucho mejor! En la misma isla de Palawan se encuentra el Río Subterráneo de Puerto Princesa, galardonado como una de las 7 maravillas naturales del mundoy Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1999.

De mis días en la isla de Malapascua venía con el listón muy alto en cuanto a lo que definición de paraíso se refiere. Sus playas me dejaron con la boca abierta, pero lo que rodea a El Nido no se queda atrás.

Desde el aeropuerto de Puerto Princesa tomé una mini van que me llevó hasta El Nido en unas 5 horas, por 500 pesos. El bus tarda unas 7 horas, tienes que ir a la estación de buses en triciclo y cuesta casi lo mismo. No compensa creo yo. Puede que El Nido sea el destino con peor relación calidad-precio en alojamiento de todo Filipinas. Yo me alojé en Rovics Hotel, nuevo y en el centro de todo. También tienen Rovics Pension en primera linea de playa.

Como viene siendo costumbre a lo largo de mi recorrido por Filipinas, me dediqué a bucear como un loco. Lo hice con la gente de Palawan Divers. Te llevan todo el día con el barco por diferentes puntos de buceo, comida incluida. Y vaya delicia de comida, ¡ni el mejor restaurante!

Pude ver barreras de coral alucinantes e infinidad de peces cada cual más raro, caballitos de mar, peces cocodrilo, nemos, peces trompeta o rayas. Pero yo me quedo sin duda con las tortugas gigantes. ¡Me pierden las tortugas!

Entre inmersión e inmersión siempre había tiempo para relajarse y pisar una de esas playas escondidas en alguna isla perdida y desierta. ¡No había quien nos moviera de allí!

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El pueblo se nota que está creciendo a pasos agigantados, construyéndose nuevos hoteles y negocios a cada paso. De momento es un muy bonito lugar rodeado de montañas verdes, donde su playa precisamente no es lo mejor que tiene. Ni la playa de Corong Corong tampoco.

La playa que merece la pena es Las Cabañas, tirando para el sur a unos 3 km de la ciudad. Con un islote enfrente al que puedes ir caminando ya que no cubre prácticamente nada. No exagero cuando digo lo siguiente. ¡Parece una auténtica piscina!
*La foto de portada es de esta playa.

Si durante el día el pueblo está medio vacío ya que todo el mundo está buceando o en los tours por las islas, por la noche El Nido toma un ambiente diferente, con bastantes restaurantes y bares a los largo de la calle principal y a pie de playa, con música en vivo, velitas y chavales haciendo malabarismos con fuego.

Es fácil conocer gente majísima, y como suele ocurrir a lo largo del camino, son «amistades express» la mayoría. En este caso cayeron unas cervezas con unos chavales eslovacos y compartí una noche con una pareja chilena que espero volver a ver en un futuro.

Algo que he descubierto en Filipinas es que difícilmente hay atardeceres como los de este país. Y en El Nido no iba a ser menos. Si caminas a la derecha de la playa del pueblo puedes disfrutar de un atardecer genial con reflejos en el agua que me dejaron fotografías magníficas.

Pero el atardecer que realmente uno no debe perderse es el que puedes admirar desde el República Sunset Bar, un restaurante de cockteles, cañas y tapas que han abierto unos chavales españoles hace no mucho y que está de maravilla. Tanto la comida -me metí para el cuerpo un Gazpacho, una Tortilla de Patatas, Lomo con Ajo y Pan Tumaca que me supo a gloria- como, por supuesto, el atardecer, son espectaculares. ¡Esa mezcla de colores con esa vista panorámica cerveza en mano no tiene precio!

Y de nuevo a la carretera camino de Puerto Princesa en una van, esta vez por 450 pesos, para visitar lo que ha sido galardonado como una de las 7 maravillas naturales del mundo y patrimonio de la humanidad por la Unesco desde 1999. Me alojé en D Lucky Garden Inn, un hotel al lado del aeropuerto que está fenomenal y con ellos hice el tour al Underground River.

Lo tienen muy bien organizado. Primero nos montamos en un bote que te lleva a una playa con acceso al río subterráneo. El entorno es fantástico, montes verdes y rocas gigantes. Nos equipamos de arriba a abajo y para adentro.

8,2 kilómetros navegables de los que solo 1 esta abierto al publico. El paseo en el río es interesante. Un millón de murciélagos volando sobre nuestras cabezas, con lo que mejor no abrir mucho la boca al mirar hacia arriba, estalactitas y estalagmitas y rocas con formas curiosas que el guía se encargaba de señalarnos. En el interior es difícil tirar fotos con una mínima calidad debido a la luz y el movimiento.

Pensaba que esto había sido todo, ¡pero no! Como el grupo de 30, que eran todos profesores y venían juntos, contrató más tours me invitaron a ir con ellos. Fuimos a un centro de cuidado de cocodrilos, lo que viene siendo un zoo pero maquillado. Tuve la oportunidad de tocar a uno y la verdad que la textura es inquietante. Al animal entiendo que algo tendrán que darle, como cuando te ponen una serpiente alrededor del cuello. Si no de qué va a estar tan tranquilo entre mis brazos sin meterme un bocado… A parte de cocodrilos había diferentes animales, algunos bastante raros y desconocidos para mi.

Después de eso fuimos a un mirador donde se podía contemplar las islas de enfrente de la ciudad y los montes que la rodean, y ya aquí a mi me llevaron al hotel ya que lo siguiente era un tour por la ciudad pero que básicamente se centraba en tiendas de souvenirs y no me motivaba en absoluto teniendo en cuenta el estado en el que estaba.

Al día siguiente de nuevo a surcar los cielos camino de Cebú para llegar a mi próximo y último destino en mi aventura por Filipinas, Alona Beach en la isla de Panglao, Bohol. Destino en alza y famoso por la calidad del buceo, donde poder hacer un montón de actividades, como ir en kayak a lugares asombrosos, visitar las Chocolate Hills o acercarme al santuario de los Tarseros, el primate más pequeño del mundo. ¡Let’s go!

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