Sapa, el norte de Vietnam entre arrozales y preciosos paisajes montañosos

28 horas en 3 buses y un interminable viaje me llevó cruzar la frontera entre Laos y Vietnam desde Luang Prabang hasta Sapa. Pero por fin había llegado a mi destino. Con fiebre, un buen golpe en la rabadilla, una niebla que daba un rollo tétrico a la ciudad y unas ganas imperiosas de lanzarme a la cama de cabeza.

Pasé varios días en Sapa recobrando fuerzas, donde cumplí medio año de viaje y, cuando el tiempo lo permitía, disfrutando del encanto de la ciudad y de los maravillosos paisajes montañosos y arrozales de esta zona del país. ¡Mi aventura por Vietnam comenzaba!

El sleeping bus de Dien Bien Phu nos dejó a las 4 am en Sapa, en una ciudad fantasma, totalmente cubierta por la niebla donde no se veía siquiera a pocos palmos de distancia y con un frío inesperado al que no estábamos acostumbrados. Por supuesto, a esas horas no había absolutamente nada abierto, ni los hoteles y guest houses nos abrían las puertas. Los 6 mochileros que estábamos juntos decidimos esperar a que la ciudad despertara y buscar alojamiento.

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En ese preciso momento en el que nos disponemos a comenzar la búsqueda y nos movilizamos, yo me resbalo, ya que con la adherencia de mis chanclas parece que iba pisando plátanos al caminar. El hostión sumado a la fiebre que me subía y el frío que hacía no era lo peor de todo.

Lo peor estaba por llegar, y fueron las 6 horas hasta que conseguí caer en una cama, buscando y buscando por todo el pueblo una habitación libre. Había sido la noche del sábado y TODO estaba ocupado. Además hasta las 11 no nos dejarían entrar en ningún hotel. Pasado el calvario, me quedé en el Family Guest House (5$ dorm), donde fueron muy atentos conmigo.

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Sapa pude recorrerla tanto con una niebla que daba un toque misterioso a la ciudad como con el sol brillando. ¡Lo que cambia la ciudad de una forma a otra!

No tiene nada especialmente destacable, pero pasear por sus calles tiene su encanto. El lago en el centro de la ciudad, el templo chino, la plaza de la iglesia y el mercado son interesantes.

Pero lo que a mi me sorprendió es la cantidad de turistas que hay. Está plagado de ellos y por lo tanto plagado de alojamientos para todo tipo de bolsillos. Desde resorts de lujo hasta guest houses para mochileros.

Si hay muchos turistas, la cantidad de mujeres vestidas con la indumentaria tradicional de la zona ofreciendo trekkings e intentado vender souvenirs no se queda atrás. Son muy simpáticas y te sonríen todo el tiempo, pero uno acaba cansado de que te persigan e intenten vender todo lo que puedan. Si me hubiera encontrado al 100% habría hecho un trekking con alguna de ellas, más barato que en agencias u hoteles.

El segundo día amaneció lloviendo pero milagrosamente -no se cómo pudo suceder según estaba el clima- salió el sol y se quedo durante todo el día. No era un sol deslumbrante ¡pero no me podía quejar! Aproveché y realicé un trekking por libre.

Empecé por una aldea cercana llamada Cat Cat y donde me llevara el viento. Los paisajes montañosos mezclados con los arrozales son fantásticos y la combinación de colores es espectacular.

Cantidad de animales de todo tipo campando a sus anchas. Alguno con muchas ganas de salir en la foto :) ¡Y mira que hay diferentes clases de cerdos! Me crucé en mi camino con varios de ellos, algunos tan raros que no había visto nunca antes.

Puede parecer que las mujeres de la zona el traje típico se lo ponen exclusivamente para hacer el paripé y vender en la calle, pero pude comprobar que hasta trabajando en el campo lo llevan puesto. ¡Muy auténtico!

El último día en Sapa cumplía 6 meses de viaje. ¡Medio año! Se pasó lloviendo ratos si ratos no, así que aproveché para organizar futuros destinos. Y vaya si organicé.

Me emocioné y compré un vuelo a Taiwan, otro a Hong Kong y otro a Filipinas. ¡Ahí es nada! ¿Quién dice que un día lluvioso en Sapa no se puede aprovechar? No había mejor manera de celebrar mi medio año de viaje :)

Como el tiempo no acompañaba, y no tenía pinta de que fuera a cambiar de la noche a la mañana, compré un billete de bus nocturno a Hanoi, la caótica capital del país. Iba un poco a la expectativa ya que no me habían hablado muy bien de esa ciudad, pero reconozco que a mí, personalmente, me sorprendió y me gustó, ¡más de lo que pensaba!

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