Vang Vieng es un pueblo a la vera del río rodeado de montañas, cuevas y paisajes de película del que tenía referencias un poco distorsionadas de lo que es actualmente. Ha dejado de ser destino de borrachera inglés-alemán-australiano haciendo el famoso ‘tubing’, donde cada año morían varios turistas, para convertirse en un lugar imprescindible.
En los buses -dos porque el primero se averió- desde Vientiane conocí a Kassaundra, una americana con la que compartiría mis próximos días.
El pueblo es pequeñito pero tiene muchísima oferta de alojamiento, restaurantes, agencias de viajes o alquiler de motos y bicis. Kassaundra y yo nos quedamos en el Malany Hotel -80000 kips noche la doble-. Acostumbrado a los sitios donde me suelo quedar, eso era un 5 estrellas. Y tirado de precio ya que es la ventaja de pagar la mitad. Viajando solo, si no existe la posibilidad de habitaciones compartidas, uno tiene que pagar lo mismo por la habitación doble -generalmente- que si viajas en pareja.
Al día siguiente alquilamos una moto y fuimos a recorrer los alrededores, que es lo realmente recomendable. Fuimos hasta Blue Lagoon, un espacio donde te puedes bañar en el agua, que tiene un color turquesa muy característico, tirarte por una liana o saltar desde lo alto de un árbol. Al final yo terminé tirándome también desde el punto más alto. En realidad la altura es considerable y uno se lo piensa dos veces antes de lanzarse. Muchos locales haciendo picnic.
Con la entrada incluye la visita a Poukham Cave, una cueva que en un principio parece pequeñita pero una vez te adentras hasta el final es enorme.
Hay un montón de diferentes cuevas para poder visitar, todas de pago por cierto. Nos acercamos también a un resort, donde el paisaje es alucinante, con un bonito puente colgante, y descubrimos una cueva a la que puedes acceder desde dentro del agua. No apto para claustrofóbicos. Es toda una experiencia. ¡Me sentía Indiana Jones!
Lo positivo de ir en moto es la libertad de poderte parar a tu antojo en donde te apetezca. Adentrarte en los pueblos, puestos ambulantes en medio de la nada, que los niños te pidan fotos o cruzarte con un rebaño simpático de vacas por la carretera es parte de la aventura.
Muchos turistas siguen haciendo ‘tubing’, aunque de forma más controlada que en años anteriores. El caudal del río no acompañaba para disfrutar de ello al máximo así que decidí no hacerlo. Lo que si decidí hacer es disfrutar de los bocadillos y pancakes que venden en los restaurantes y puestos de la calle. ¡Buenos y baratos!
Tuvimos la suerte de presenciar algo que no se puede ver todos los días. La inauguración de la estatua de buda en el templo de la ciudad. Exactamente a las 9 de la noche empezaba la celebración y duraría hasta las 5 de la mañana, momento en el que destapan la sabana que hasta ese momento cubría la estatua. El templo está hasta la bandera, repleto de fieles que rezan al unísono y con los monjes llevando la voz cantante. Todo un acontecimiento curioso de contemplar en vivo y en directo.
Al tener que sacarme el visado para Vietnam en el consulado de Luang Prabang, ciudad con un encanto especial y patrimonio de la humanidad por la Unesco desde 1995, decidí irme un día antes que Kassaundra, con la que quedaría de nuevo allí. Paisajes maravillosos de camino pero también con unos precipicios de impresión. Y si sabes como conducen las minivan en estos países te puedes imaginar donde tenía mis partes nobles…
*Nota: Alojamiento en Vang Vieng al mejor precio desde este enlace.
*Si has llegado hasta aquí posiblemente quieras hacer un viaje inolvidable, pero estas un poco perdido o no tienes tiempo. Yo te ayudo a organizar tu viaje haciendo click aquí
*Además, Consejos para viajar barato (o GRATIS) aquí
*Compártelo si te ha gustado y déjame un comentario. ¡Es GRATIS y me hará ilusión! :)
Deja una respuesta