Después de recorrer la isla sur de Nueva Zelanda haciendo autostop llegaba el turno de hacer lo mismo en la isla norte cruzando el estrecho que las separa en ferry, sin duda la mejor opción aunque no es nada barata. Navegar por Marlborough Sounds al atardecer fue una auténtica maravilla. Al otro lado me esperaba Wellington, la capital del país.
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Desde el paraíso que forma el Parque Nacional Abel Tasman alcé el pulgar arriba y, con un poco de miedo de no llegar a tomar el último ferry, puse rumbo a Picton, una ciudad entre las montañas desde donde salen los ferrys que cruzan el estrecho. Afortunadamente a mitad de camino me recogió una pareja que iba también a tomar ese ferry y fui con ellos hasta el final.
¿Cómo cruzar las islas en ferry?
Había visto imágenes de Marlborough Sounds en internet – desde el aire es alucinante – y no quería perder la oportunidad de verlo con mis propios ojos. Además coincidió con el atardecer, recomendable 100% a esta hora, que dio un punto extra al maravilloso momento.
Gran cantidad de islas vírgenes a los lados y el ferry cruzando por los canales que se forman. Es realmente bonito.
Hay dos grandes compañías que realizan este trayecto. Interislander y Bluebridge. Yo elegí la segunda que es un poco más barata. 53$ por trayecto sin vehículo. 3 horas y media en ferry que se pasaron volando entre las vistas del trayecto, la compañía, la comodidad y el WiFi gratuito.
Wellington
Capital de Nueva Zelanda, la tercera más poblada del país y – ¡ojo! – la ciudad con más viento del mundo.
Visita obligada los Jardines Botánicos para disfrutar de una vista panorámica de la ciudad desde su Observatory, perderte entre los diferentes parques y olvidarte del ruido de la ciudad. La subida a pie es más dura de lo que parece. Otra opción es tomar el Cable Car o Teleférico.
Me hizo gracia encontrar varias calles de ciudades españolas como Talavera Terrace, San Sebastián Road y Salamanca Road.
Otra visita recomendable es el Museo de Nueva Zelanda ‘Te Papa Tongarewa’. Varias plantas de exposiciones de todo tipo y, como es costumbre en este país, gratis. Mi visita coincidió con una exposición histórica con figuras gigantes que de lo reales que parecían daban hasta miedo. Desde el ático del Museo hay unas magníficas vistas de la ciudad.
Pasear por el centro, acercarse a la playa – nada del otro mundo por otra parte – y perderse por sus calles sin salir volando es toda una proeza. Con razón es la ciudad más ventosa del mundo. Yo lo pude sufrir de primera mano.
Mención especial a Cuba Street, la calle más animada de la ciudad, llena de restaurantes, bares, artistas callejeros y buen rollo.
Como curiosidad, se celebrara un partido importante de Rugby donde todo el mundo iba disfrazado. ¡Como les gusta a los australianos y neozelandeses disfrazarse! La que había liada en la ciudad…
Algunos de ellos bastante inquietantes como el de estos bebés gigantes que parecían MUY reales.
¿Dónde dormir en Wellington?
Me alojé en pleno centro en casa de una pareja argentina mediante Couchsurfing y me vino genial expresarme en mi propio idioma por unos días. Esas cosas que no imaginas que podrías echar de menos hasta que ocurre.
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Aun así fue una estancia corta y es que estaba deseando llegar al que iba a ser el lugar más espectacular de Nueva Zelanda y uno de los más espectaculares que he visto en el mundo. ¡No exagero!
400 km a dedo, crucé en un día más de media isla norte, todo para llegar a Tongariro, lo mejor de Nueva Zelanda, más conocido entre los fans de El Señor de los Anillos como Mordor. El Tongariro Alpine Crossing es uno de los trekkings más impresionantes del mundo. ¡No te lo pierdas!
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