Después de casi 2 meses recorriendo Tailandia, tomo un vuelo desde Bangkok hacia Myanmar, antigua Birmania, país que está abriéndose al mundo y creciendo a pasos agigantados, y que tenía muchísimas ganas de visitarlo ahora que el turismo es prácticamente inexistente.
Simplemente al llegar al aeropuerto de Mandalay ya te das cuenta que este país va a ser diferente. Tiene forma de templo y es muy pequeño, y eso que es junto a Yangón la ciudad más importante de Myanmar. Y curioso también que los hombres van «en falda», los llamados Longyi, atuendo típico de la zona.
Lo primero que hice en cuanto llegué fue ir a Amarapura para visitar el U Bein, el puente de teca más largo del mundo. Un auténtico oasis de tranquilidad comparado con la caótica Mandalay. El atardecer dibuja unos colores y un ambiente muy especial.
A la vuelta de Amarapura, comprando algo de comida «un poco rara» en un puesto callejero, hice un colega Birmano, Thura Aung, que me llevó a un bar típico de la zona y le invité a unas cervezas. No hablaba casi inglés, pero el idioma es lo de menos y pasamos un buen rato.
Creo que todavía no les ha quedado claro a los 15.749 locales que me preguntaban si quería un taxi, mototaxi, o cualquier medio de transporte para ir a los sitios. De verdad, me encanta andar. Y si no, tomo un bus local de esos que son para 8 personas y se meten 35 y vivo algo mas auténtico. Y si además, como me pasó, de repente ya no arranca y nos deja tirados a mitad de camino hacia Amarapura, pues otra experiencia que contar :)
Es increíble la contaminación atmosférica y acústica que hay. Gracias a eso me pasaré toda mi estancia en Myanmar medio enfermo. No pasan más de 5 segundos sin que se escuche el sonido de las bocinas. Y no exagero.
Los cruces son una locura pero parece que les funciona y entre ellos se entienden, porque milagrosamente no vi accidentes. La gente se sigue lavando en pozos con un cubo en la misma calle y estas están a medio asfaltar y sin apenas luz. En general todo está bastante subdesarrollado. Eso sí, todo el mundo con su smartphone de última generación. Que alguien me lo explique.
1.729 escalones hay para subir al Mandalay Hill, una pagoda en lo alto de una colina con vistas de toda la ciudad. Esos mismos 1.729 escalones tienes que subirlos descalzo. Cuenta con que los pies van a terminar literalmente llenos de mierda, ya que la limpieza brilla por su ausencia.
Antes de subir hay una pagoda que me gustó mucho, Kuthodaw, con muchas cúpulas blancas y una dorada en medio.
Pero, sin ningún tipo de duda, con lo que yo me quedo de Mandalay, y de todo Myanmar, es con esos enanos (y no tan enanos) adorables que siempre saludan y te brindan la mejor de sus sonrisas. ¡Ellos representan el paraíso en medio del infierno!
He de reconocer que no me llevo una impresión positiva de la ciudad. Contaminación por todas partes, huele mal y es fea. Fea a rabiar. Puede que si hubiera visitado, a parte de Amarapura, los alrededores de la ciudad la cosa habría cambiado, ¡pero así ha sido!
Tras día y medio, tomo un bus nocturno que me llevará a Bagan, absolutamente imprescindible en una visita a Myanmar, y un lugar que podría estar perfectamente catalogado dentro de esa famosa lista de 7 maravillas del mundo.
*Nota: Alojamiento al mejor precio en Mandalay desde este enlace
*Si has llegado hasta aquí posiblemente quieras hacer un viaje inolvidable, pero estas un poco perdido o no tienes tiempo. Yo te ayudo a organizar tu viaje haciendo click aquí
*Además, Consejos para viajar barato (o GRATIS) aquí
*Compártelo si te ha gustado y déjame un comentario. ¡Es GRATIS y me hará ilusión! :)
Deja una respuesta