2 horas en bus tardé desde Kuala Lumpur hasta Melaka, ciudad que fue declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2008, y también declarada por mí mismo como ¡la ciudad con los tuk-tuk más horteras del mundo! El casco histórico se puede ver en un día pero gracias a Sedy, que me alojó en su casa mediante Couchsurfing, pude descubrir los alrededores y las afueras de la ciudad. Lugares a los que ningún turista accede, como unas piscinas naturales de agua caliente o la playa de Melaka.
Una de esas casualidades bastante improbables es que Nosh, el chico francés afincado en Formentera que estaba alojado en la misma casa que yo en Kuala Lumpur, también coincidió conmigo desde el mismo día en la misma casa de Melaka. Así que fuimos juntos en bus hasta allá. E incluso volvimos a coincidir días más tarde en la misma casa en isla de Langkawi.
Melaka fue la entrada a Malasia de los Portugueses en la antigüedad, de ahí toda la huella que ha dejado tanto en su cultura como en el idioma.
El primer día lo dedicamos a visitar la ciudad. La plaza roja, la Porta de Santiago, la iglesia de San Pablo, desde donde se ve toda la ciudad o la de San Francisco Javier.
La comunidad china es muy importante y en Chinatown se encuentran varios templos y se centra la mayoría del ambiente del casco histórico, especialmente en Jonker Street donde los fines de semana se hace el Night Market, que se pone a rebosar, con espectáculos y música incluidos.
El río divide la ciudad en dos, y en la rivera de este se encuentran varios restaurantes y locales para tomar algo que, especialmente de noche, le dan un toque especial.
Lo que me llamó la atención y de lo que nunca terminaré de recuperarme es de los tuk-tuk que podrían catalogarse como los más horteras del mundo. No solo que van decorados con colores chillones con Hello Kitty, Doraemon o Winnie The Pooh, es que de noche se iluminan y van con la música a todo volumen por la ciudad. De verdad, para vivirlo en directo y echarse unas risas por no llorar.
Un día Sedy nos llevó a unas hot spring, piscinas naturales de agua caliente con diferentes temperaturas, y otro fuimos a la playa de Melaka. No es nada del otro mundo, pero un baño siempre viene bien.
No había absolutamente ningún turista allí, simplemente algunos locales que nos miraban extrañados al ver «unos blancos sin camiseta». La gente se hacía fotos con nosotros, ¡muy cómico! Y obviamente, aunque parezca chocante al principio, las mujeres se tienen que bañar en el mar cubiertas enteras hasta la cabeza.
Como había sido mi cumpleaños pocos días antes y Sedy lo sabía, me invitó por sorpresa a unos trozos de tarta para celebrarlo. Un trozo de chocolate, pero con los que solo de recordarlo empiezo a salivar es con los trozos de tarta de queso y de queso con Oreo ¡Que delicia! Muy majo este chico, la verdad.
Me llevó a restaurantes para probar la comida local. Los llamados Nyonyas, mezcla de la cultura hindú, china y malaya con toques europeos. Couchsurfing es la forma perfecta de adentrarte en la vida local de cada destino, con el aliciente además de no pagar alojamiento.
Conocí a unos alemanes que me recomendaron Pangkor, una isla muy pequeña totalmente desconocida para el turista de camino a otras islas del norte de Malasia. Ni sabía de su existencia ni tenía por supuesto en mente ir, pero allá que me fui. ¡Tomé un bus y a la aventura!
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